1. La interacción

1.4. El diseño de interacción como experiencia

Generalmente, las personas ejecutan de forma rutinaria la inmensa mayoría de actividades diarias que realizan. Por cuestiones de economía cognitiva, no se presta demasiada atención a aquello que hacen de forma ordinaria y no suelen reflexionar, de forma consciente e interesada, sobre aquello que ya saben hacer. Por esta razón, los procesos de interrelación con el mundo que les rodea pasan habitualmente inadvertidos. Pensad, por ejemplo, en el proceso de aprendizaje que se necesita para conducir una bicicleta o un patinete eléctrico, y la poca atención que se dedica a esta actividad una vez adquirido el hábito. Como señala Dewey (2004), una vez incorporada una forma de actuar, se necesita reflexionar sobre el propio proceso para conocer y dar sentido a esa actividad.

El diseño de interacción como experiencia utiliza el conocimiento que deriva de las formas habituales de obrar para que el proceso de interacción sea más fácil de planificar y de formalizar, para los diseñadores y diseñadoras, y más fácil de comprender y de ejecutar, para las personas. Esta visión humanista del diseño de interacción facilita la incorporación de los usos, valores, sentimientos y deseos de las personas en los proyectos de diseño. La perspectiva del diseño centrado en las personas aporta recursos para que los diseñadores y diseñadoras puedan valorar la experiencia de las personas usuarias, e incorporarla al diseño de los sistemas y dispositivos tecnológicos.

Para que la tecnología digital sea explícita, accesible y utilizable por la gente común, tanto las personas encargadas del diseño como de la ingeniería deben tener una comprensión clara de tres aspectos fundamentales de la experiencia: el contexto de uso, la interpretación que hacen las personas de los dispositivos y cómo se desarrolla el proceso de interacción. Estos aspectos deben relacionarse con la diversidad y variabilidad humana, y ponderarse con las diferencias de las distintas comunidades socioculturales.

Para facilitar la comprensión de la experiencia humana, Forlizzi y Battarbee (2004) distinguen tres dimensiones que los diseñadores deben tener en cuenta:

  • El flujo constante que relaciona la conciencia y una actividad. Una experiencia es un proceso que constituye una unidad significativa, con un principio, un medio y un final, que se puede nombrar, describir y evaluar.
  • Las experiencias adquieren sentido en función del entorno físico y del contexto social en el que se crean, y trascienden su singularidad en el momento en que se comparten con otras personas.
  • La emoción y el placer constituyen, junto con el pensamiento, los aspectos que motivan e impulsan la acción humana.

Para comprender la experiencia de las personas con los medios tecnológicos, el diseño de interacción utiliza métodos y técnicas que aportan datos fundamentales al proceso de diseño. De la diversidad de procesos, métodos y técnicas que disponen los diseñadores de interacción, destacan:

  • La observación y la participación contextual, que permiten explorar cómo se desarrollan las experiencias interactivas de las personas, atender a las diferencias individuales y captar las acciones comunes de las personas que usan un mismo servicio.
  • La representación de las experiencias, que facilita la comunicación de la actividad real de las personas con los dispositivos y los sistemas interactivos.
  • La generación de modelos o prototipos que facilitan el proceso de evaluación de la experiencia, y la implementación progresiva de mejoras gracias a la participación de los usuarios y las usuarias (iteración).