2. El diseño de interacción como práctica sociocultural

2.4. Responsabilidad social del diseño de interacción

2.4.5. Perspectiva de género

Los seres humanos nacen en el seno de una determinada cultura que determina el tipo de sociedad en la que se integran. A medida en que se desarrolla, el ser humano va observando el mundo que le rodea, y adquiriendo las pautas de conducta y roles que imperan en el entorno inmediato. Los cerebros humanos perciben la información circundante y estructuran modelos de relación con el entorno social. Teniendo en cuenta que, históricamente, la sociedad y la cultura han estado dominadas y estructuradas por hombres, se verá que la perspectiva masculina ha dominado las relaciones de género que han orientado las expectativas generales de las personas.

El género se define como el conjunto de características esenciales que definen un grupo determinado de personas desde un punto de vista sociocultural, más que desde un punto de vista estrictamente biológico. El género se crea y se moldea de forma natural durante el proceso de crecimiento dentro de un entorno social, y en función de las plantillas o los modelos sociales de género que rodean a las personas estas adquieren su identidad. Este proceso se produce en una sociedad en la que han imperado los ideales y modelos de masculinidad y feminidad, y cada uno de sus miembros intenta acomodar su identidad a estas definiciones de género.

Sin embargo, se sabe que los modelos de género no tienen por qué coincidir con el dimorfismo sexual de los humanos. Los sexos, sus características físicas y biológicas, no tienen por qué determinar la identidad de género. De hecho, como afirma Kaufman, los ideales y modelos de género, básicamente, masculino y femenino, varían de una época a otra, de una cultura a otra y de una sociedad a otra. Y son los individuos los que conocen, integran o rechazan esas definiciones tradicionales de género, y las adaptan a su manera de sentirse acomodando su propia identidad. El género es una experiencia social que se configura a través de la interacción con un conjunto de factores sociales y, por esta razón, en la actualidad cada vez más personas se cuestionan esos modelos tradicionales de género que no se ajustan a los estereotipos tradicionales de hombre y mujer.

El diseño, comprometido con la sociedad y la cultura, debe aplicar estrategias que fomenten el equilibrio de géneros huyendo de estereotipos anteriores y actuar como agente activo que promueva el cambio social, incorporando la diversidad de identidades que actualmente coexisten en la sociedad. El diseño puede fomentar el equilibrio de géneros explorando el conjunto de características que definen las identidades de los diversos roles sociales que adoptan hombres y mujeres, y proyectar soluciones de diseño no discriminatorias dirigidas a personas, independientemente del género con el que se sientan identificadas.