El reto de la tecnología digital consiste, actualmente, en armonizar su desarrollo e implementación con las posibilidades de acción de las personas. El objetivo principal del diseño de interacción consiste en subordinar la complejidad de los entornos tecnificados que requieren conocimientos específicos y muy cualificados. El diseño de interacción debe priorizar la configuración de los componentes digitales con soluciones de diseño que informen, por un lado, adecuadamente a los usuarios de sus capacidades de acción y que, por otro lado, promuevan la simplicidad y facilidad de uso. Para que este objetivo resulte efectivo, las propuestas de diseño deben incorporar, también, los criterios sociales y culturales que comparten las comunidades humanas.
La implantación de las innovaciones tecnológicas debe basarse en el conocimiento de los mecanismos que regulan cómo se desarrollan las actividades ordinarias y habituales de las personas, y utilizar esos recursos para concebir espacios o entornos de comunicación adecuados. En palabras de McLuhan, traducir las posibles experiencias mediante una «technology of explicitness» (1994, pág. 57) que ponga a disposición de los usuarios unos sistemas de referencia que les informen y guíen, de forma fácil y efectiva, en su proceso de interacción con los dispositivos digitales. Una tecnología explícita, comprensible y simplificada que guíe la interpretación de los usuarios, y que esté orientada hacia un sentido práctico y directo de las relaciones interactivas.